viernes, 4 de marzo de 2011

Atraco en Aldao. MADRID. JOYERIA.


Un tranquilo dia de mayo de 1956, a las diez de la mañana, un seat 1400 aparcó frente a la joyería Aldao, en Gran Via, 15. Aldao pasaba por ser la joyería más importante del país. Como cada mañana, un empleado estaba colocando las joyas en los escaparates.
Del 1400, con matrícula del ejército, descendieron dos hombres que vestían con monos de aviadores. Ambos entraron en la joyería. Uno de ellos extrajo de una bolsa lo que parecía una metralleta (no era tal metralleta, sino una escopeta decorada con un falso cargador) y amenazó a los presentes (su voz tenía un claro acento suramericano). El otro dejó su pistola en una vitrina, abrió una mochila y valiéndose de una espumadera doblada, fue guardando las joyas de los exhibidores. Antonia, hija del dueño exclamó: ¡Dios mío, qué horrible!
Estas palabras fueron escuchadas por el padre, Manuel Fernández Aldao, que se encontraba en un despacho interior. Manuel cogió su pistola y fue a ver qué pasaba. Al ver la situación disparó un tiro contra el de la metralleta. Los dos hombres se retiraron disparando y entraron en el 1400. A toda pastilla bajaron por la Gran Vía, y por poco se estrellan contra un autobús que salía de la calle del clavel. Pasaron Cibeles y se les perdió la pista. Inmediatamente, la policía montó un dispositivo de búsqueda y se dio la noticia por Radio Nacional. Los empleados de un taller, en Menéndez Pelayo, oyeron el parte y relacionaron el suceso con un coche abandonado frente a su taller. En el coche apareció la falsa metralleta, restos de sangre y toda clase de huellas. (Se trataba de unos ladrones inexpertos, ya que además se habían dejado una pistola en la tienda).

No hay comentarios:

Publicar un comentario