lunes, 7 de marzo de 2011

El paisajismo japonés, la armonía de dos mundos.


Para la cultura japonesa, la concepción de la vida se relaciona fuertemente con un juego de opuestos, que constantemente se está manifestando en nuestra existencia. Es así como nacer y morir, el día y la noche o el blanco y el negro son dos caras de la misma moneda, que están en perpetua mutación y que, en lo profundo de su esencia, poseen una íntima relación.

Desde esa perspectiva, el paisajismo japonés identificará distintos opuestos y complementos en los espacios externos que será necesario armonizar para que nuestro jardín, bajo dichos criterios, alcance la perfección. Cada elemento del paisaje tendrá su profunda razón de ser, y nos hablará de una necesidad de la naturaleza que debemos respetar y saber escuchar.
Proliferan las piedras, los arbustos y la arena, en una simple y sabia combinación que siempre debe estar acompañada por la perpetua presencia y el constante movimiento del agua. Las piedras o rocas siguen motivos artísticos, pero alejados de formas visuales demasiado llamativas o exageradas. Otro tanto sucede con la ubicación y cantidad de flores y plantas, ya que no debe ser demasiado abundante el número de arreglos o motivos, sino que siempre el objetivo debe ser la sobriedad y la elegancia basPor último, es importante destacar el valor central del agua en el jardín japonés. Es quizás el principal elemento, y el espejo de agua (estanque, fuente) debe ser el centro sobre el que gire el jardín. Un detalle importante es que el agua simule ser parte integrante de la vegetación, y no que aparezca como un elemento aislado o demasiado artificial. Una cascada puede ser una buena opción, por el permanente movimiento del agua y la magia del sonido que aporta al ambiente.

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