Para la cultura japonesa, la concepción de la vida se relaciona fuertemente con un juego de opuestos, que constantemente se está manifestando en nuestra existencia. Es así como nacer y morir, el día y la noche o el blanco y el negro son dos caras de la misma moneda, que están en perpetua mutación y que, en lo profundo de su esencia, poseen una íntima relación.
Desde esa perspectiva, el paisajismo japonés identificará distintos opuestos y complementos en los espacios externos que será necesario armonizar para que nuestro jardín, bajo dichos criterios, alcance la perfección. Cada elemento del paisaje tendrá su profunda razón de ser, y nos hablará de una necesidad de la naturaleza que debemos respetar y saber escuchar.
Proliferan las piedras, los arbustos y la arena, en una simple y sabia combinación que siempre debe estar acompañada por la perpetua presencia y el constante movimiento del agua. Las piedras o rocas siguen motivos artísticos, pero alejados de formas visuales demasiado llamativas o exageradas. Otro tanto sucede con la ubicación y cantidad de flores y plantas, ya que no debe ser demasiado abundante el número de arreglos o motivos, sino que siempre el objetivo debe ser la sobriedad y la elegancia basPor último, es importante destacar el valor central del agua en el jardín japonés. Es quizás el principal elemento, y el espejo de agua (estanque, fuente) debe ser el centro sobre el que gire el jardín. Un detalle importante es que el agua simule ser parte integrante de la vegetación, y no que aparezca como un elemento aislado o demasiado artificial. Una cascada puede ser una buena opción, por el permanente movimiento del agua y la magia del sonido que aporta al ambiente.
Desde esa perspectiva, el paisajismo japonés identificará distintos opuestos y complementos en los espacios externos que será necesario armonizar para que nuestro jardín, bajo dichos criterios, alcance la perfección. Cada elemento del paisaje tendrá su profunda razón de ser, y nos hablará de una necesidad de la naturaleza que debemos respetar y saber escuchar.
Proliferan las piedras, los arbustos y la arena, en una simple y sabia combinación que siempre debe estar acompañada por la perpetua presencia y el constante movimiento del agua. Las piedras o rocas siguen motivos artísticos, pero alejados de formas visuales demasiado llamativas o exageradas. Otro tanto sucede con la ubicación y cantidad de flores y plantas, ya que no debe ser demasiado abundante el número de arreglos o motivos, sino que siempre el objetivo debe ser la sobriedad y la elegancia basPor último, es importante destacar el valor central del agua en el jardín japonés. Es quizás el principal elemento, y el espejo de agua (estanque, fuente) debe ser el centro sobre el que gire el jardín. Un detalle importante es que el agua simule ser parte integrante de la vegetación, y no que aparezca como un elemento aislado o demasiado artificial. Una cascada puede ser una buena opción, por el permanente movimiento del agua y la magia del sonido que aporta al ambiente.
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