lunes, 14 de febrero de 2011

De ejecutivo a cooperante, SOCIEDAD.


El torrecillano Pedro Mateos ha estado trabajando en Níger como delegado de Cruz Roja.
Aunque hace unas semanas que llegó de una misión en Níger, asegura que todavía está 'aterrizando' de aquel país africano, tras una estancia de un año. Se trata de Pedro Mateos o como le gustan que le llamen, Perico, el del Cordobés, de la población cacereña de Torrecillas de la Tiesa. Este licenciado en Economía, de 34 años, decidió un día dejar a un lado su vida de ejecutivo en diferentes empresas punteras y comenzar su labor como cooperante. «Con este trabajo, sé qué personas se benefician. Es mucho más gratificante ese beso de un niño que no está pagado con dinero, que la palmadita en la espalda de un jefe», señala.
Esta nueva faceta la inició pidiendo un crédito para viajar. Ha estado en países como India y Bolivia con organizaciones pequeñas. Como delegado de Cruz Roja, ha trabajado en Malawi antes de estar en Níger. Detalla que lo que tienen en común estos países tan diferentes entre sí es que «abunda la pobreza, pero también las sonrisas».
El alto índice de mortandad por malaria y cólera no le hicieron cambiar de idea cuando surgió la posibilidad de macharse a este país del África Occidental, uno de los más golpeados por la miseria. Entre otros proyectos, este torrecillano ha ayudado a llevar a cabo intervenciones relacionadas con la seguridad alimenticia, a la construcción de pozos de agua y a la puesta en marcha de huertos, enseñando a esos vecinos a cultivar lechugas y tomates. De este modo, han podido introducir vitaminas en sus carentes dietas. En el aspecto sanitario, ha trabajado en la construcción y en el equipamiento de casas de salud, así como en la formación de personal. Todo ello se ha completado con el tratamiento para la malnutrición infantil de 0 a 5 años.
El trabajo de este delegado extremeño de Cruz Roja ha estado salpicado por diferentes escollos, como un golpe de estado y con amenazas de secuestro de terroristas islámicos de 'Al qaida'. También contrajo tres veces malaria. A diferencia de muchos, «yo tuve la suerte de tener seis euros en el bolsillo para comprar las pastillas y curarme», apunta. Para Mateos, estos incovenientes ya se han quedado en meras anécotas porque «todas la profesiones tienen su riesgos». Una vez que formó a un grupo nigerino para continuar con los proyectos, volvió a España.
Ahora, Pedro Mateos recobra fuerzas con sus amigos y familiares. Eso sí, reconoce que se ha quedado un trozo de él en África. Una vez que se recupere completamente, se pondrá a trabajar en otros proyectos y en otra misión. Todavía no sabe cuál será su próximo destino. «Iré al lugar donde la organización me considere más útil por mi formación». Uno de esos posibles lugares podría ser Haití.
Pedro Mateos trabajando con la población nigerina,foto.

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