sábado, 12 de febrero de 2011

ADIÓS A FRANCISCO MARTÍNEZ MORENO, PINTOR.


SOCIEDAD,.
El prolífico pintor, cuya obra adorna cientos de salones cacereños, fallece a los 79 años.
Es probable que cualquiera que lea estas líneas haya tenido frente a sus ojos alguna vez en su vida, puede que sin saberlo, una obra de Martínez Moreno. Sus esculturas adornan espacios públicos, y sus cuadros están en sucursales bancarias, en alguna librería, en cafeterías, discotecas -sí, discotecas-, en las entradas de unos cuantos edificios de Cáceres y en los salones, muchos salones, de hogares de la capital.
Francisco Martínez Moreno, pintor, escultor, decorador, publicista, artista en el sentido más amplio de la palabra, falleció el pasado 7 de febrero, cuando le faltaban poco más de dos meses para cumplir 80 años. Nació el 27 de abril de 1931 en San Calixto-Hornachuelos (Granada), descendiente de una familia de raigambre artística, hijo de Maestro Nacional. A los cuatro años se fue a vivir a Ciudad Real, y a los ocho llegó a Cáceres, a la que siempre consideró su tierra y a la que dedicó la mayor parte de su producción artística. «No creo que haya habido un embajador tan grande de la parte antigua como yo», declaraba el artista en septiembre de 2001 a HOY, con motivo de la inauguración de una serie de treinta obras dedicada al Cáceres monumental.
Esa frase, y esa colección, aportan dos pistas que ayudan a resumir la vida y la aportación artística de Martínez Moreno, un hombre vitalista, afable y cercano, un artista alejado de elitismos, siempre más preocupado por llegar al gran público y capaz de aportar un toque de originalidad a su visión pictórica de la realidad.
Pintó el santuario de Nuestra Señora de la Montaña visto por detrás, o una panorámica de la Plaza Mayor desde la Ribera del Marco, uno de sus sitios favoritos. Allí tuvo durante años su estudio, que además de refugio inspirador fue también un punto de encuentro de artistas y amigos, reunidos sin más pretensión que la tertulia.
No es ninguna exageración decir que entre su legado hay miles de obras dedicadas a Cáceres. Algunas de ellas aparecen en 'La versatilidad artística de Martínez Moreno', el libro en el que Manuel Vaz-Romero Nieto repasa la vida y la obra de este artista polifacético casado con Pilar Díaz Aramillo y padre de siete hijos.
Vaz-Romero cuenta que con sólo diez años, Martínez Moreno ingresó en el Instituto de Enseñanzas Medias, y que a los 16 ya había sacado una plaza por oposición para trabajar como funcionario en la Seguridad Social, organismo en el que permaneció hasta jubilarse con 62 años. Antes, en 1945, entró en la Escuela de Artes y Oficios de Cáceres.
Consagrado paisajista, inventó las 'vinorelas', tal como él mismo definió las acuarelas en las que utilizaba como disolvente vino en vez de agua. Se mantuvo siempre mucho más cerca de la calle que de despacho alguno, y quizás por eso, por ese acento popular que marcó su vida y su obra, se acercó a personajes como 'Leopoldo el de la bici' o Simona, la viejita que se sentaba en un banco de San Mateo a ver pasar el día. También firmó cientos de paisajes de pueblos de la provincia, divididos en series dedicadas a distintas comarcas por las que pudo dar rienda suelta a su inquietud viajera.
El pintor, escultor, decorador y publicista, en su estudio,foto.

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