miércoles, 13 de abril de 2011

CABALGAR EN UN PALACIO CHINO.


El jinete pacense Raúl Roa prepara en Pekín a futuros profesores en un picadero inspirado en la Escuela Española de Equitación de Viena. Raúl Roa comenzó a amar los caballos por tres sucesos que le ocurrieron de pequeño. El primero fue durante un viaje por Las Hurdes donde, de repente, vio unos caballos salvajes. Otra vivencia que guarda grabada es la de su infancia en La Plantería, en Alburquerque, donde su tío Juan tenía yeguas de labranza y una de ellas, 'Careta', marcó para siempre su afición e ilusión por montar. Esta yegua apareció en la película 'Los Santos Inocentes', en una de las secuencias en la que Paco 'el Bajo' la acaricia. «Es un primer plano de 'Careta' y Alfredo Landa, y sinceramente no he visto una mirada tan limpia y tan noble en ningún animal y en pocas personas», dice Raúl. En una de esas salidas, montado en ella, su tío la espoleó y empezaron a galopar. «Aquello me pareció la sensación más fantástica que había vivido en mi vida», narra este jinete pacense. Cuando tenía 12 años, el Ayuntamiento de Badajoz incluyó la hípica dentro de la Fundación Municipal de Deportes y sus padres le apuntaron. Más tarde, esta escuela fue inviable económicamente y su padre se movió lo que pudo para que pudiera montar un verano en el picadero de Rubén Correa en Alburquerque y en el de Eustaquio Piñero, en Badajoz. Años después, su padre casi le compra una yegua, pero su abuelo Bartolo se negó. «De eso nada, los caballos al campo para trabajar y eso de montar son tonterías de señoritos», dijo contundente. «No sabes cuántas veces he agradecido que mi abuelo prohibiera aquella compra, ya que gracias a eso conocí a gente del mundo del caballo, picaderos, jinetes. Me hizo conocer el mundo profesional y las dificultades que tiene: desde limpiar cuadras a cambio de montar, desbravar potros. es decir, la parte menos agradable de este mundo», explica Raúl Roa. Ahora, 25 años después, ha recalado en Pekín, en un hermoso picadero cubierto inspirado en la Escuela Española de Equitación de Viena. Allí, en China, trabaja junto con otros cinco españoles en la formación de futuros profesores, puesto que el objetivo del propietario es llevar adelante un espectáculo ecuestre y una escuela de equitación. Raúl está con un grupo de alumnos «más que buenos», con mucha afición y muchas ganas de aprender, todos ellos chinos menos, cosas del destino, dos trujillanos. «Además contamos con 20 caballos de raza hannoveriana (alemanes), muy buenos. Así que no puedo quejarme», añade. Antes de llegar al país asiático, Raúl estuvo en los Emiratos Árabes y participó en el campeonato del mundo de raid. Posteriormente, tras pasar unos años trabajando en Jerez de la Frontera, recaló en Canadá. «Trabajar y montar allí me hicieron crecer aún más como jinete, ya que el hecho de verme solo me colocó en una situación extrema, al tener que buscar solución a todos los caballos, sin profesores, sin compañeros. Tenía que sacar adelante todo el trabajo con éxito.». Además de la enseñanza, su trabajo consiste en el entrenamiento de caballos para que realicen los ejercicios en buen equilibrio y armonía con el jinete. Raúl ve su futuro en España. Hay un par de proyectos interesantes en los que le gustaría participar, aunque cada vez está más convencido de que es necesario compaginar el trabajo de España con el de fuera. FOTO-Raúl Roa, flanqueado por dos alumnos chinos de equitación.

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