Pablo, sacerdote, sabía que iba a morir joven y deseaba hacerlo en la montaña. Entregó su vida a Dios? y Dios aceptó la oferta. Ahora dicen que está vivo. Pablo era conocido y querido por un número incalculable de personas, que han dejado constancia de ello después de su muerte. ?La última cima? muestra un tipo de sacerdote del que nadie habla: los sacerdotes generosos, alegres, serviciales, humildes? Sacerdotes anónimos que sirven a Dios, sirviendo a los demás. Es una película que impacta, sea cual fuere la forma de pensar de cada uno. Por eso prefiero citar la carta que ha dirigido a sus amigos (y nos ha dirigido a otros) el director, recordando su experiencia, al ver la película con las monjas de Lerma, amigas de Pablo Domínguez. Ayer, gracias a Pablo Domínguez, tuve una de las experiencias más felices de mi vida. Sé que va a ser imposible que pueda transmitirlo con fidelidad, y que sólo quien lo haya vivido podrá comprenderme. Aún así, me arriesgo a contarlo, confiando en que lo poco que pueda transmitir sirva de estímulo a quien lo lea.
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Cuesta creer que no haya un patrón mínimo de belleza física para poder ser monja allí. ¡Son todas guapas! Son súper-guapas, una pasada… Por la mañana, hablando con una periodista, dije que “Dios no hace selección de personal, se pone al servicio de todos”. Hoy debo añadir un matiz, porque estoy convencido de que Dios sí hace selección de personal, al menos para entrar en el convento de clarisas: son todas guapas. Que vaya un director de casting de una agencia de modelos y lo compruebe. Belleza y más belleza.
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