Las llanuras del tránsito, cuarta entrega de Los hijos de la Tierra, narra las aventuras de Ayla y Jondalar de regreso a su hogar.
Una serie de acontecimientos desagradables les suceden en este viaje, entre los que destaca la captura de Jondalar por parte del Clan de las lobas, verdaderas “amazonas” que odian a los hombres y los mantienen encerrados en jaulas obligándolos a realizar toda una serie de actos vejatorios e inhumanos.
Jondalar es apresado y encerrado en una jaula, junto con los demás hombres. La jefa del Clan intenta obligarlo a realizar actos sexuales con ella y justo en el momento en que él se niega y la mujer comienza atorturarlo, aparece Ayla con Lobo y lo rescatan.
Siguen su camino de regreso y la etapa más dura es cuando tienen que atravesar el glaciar helado. Los cascos de los animales se rajan y no les es posible continuar de ese modo, así que Ayla recurre a los remedios del Clan del oso cavernario: les fabrica unos zapatos de piel de ciervo y la marcha continúa hasta avistar a lo lejos la caverna de los zelandoni. Ayla reconoce en ella la cueva de sus sueños y cree, por fin, estar entre su gente. Pero todavía le queda mucho que conocer… (Para saber más, deberéis leer Los refugios de piedra.
Una serie de acontecimientos desagradables les suceden en este viaje, entre los que destaca la captura de Jondalar por parte del Clan de las lobas, verdaderas “amazonas” que odian a los hombres y los mantienen encerrados en jaulas obligándolos a realizar toda una serie de actos vejatorios e inhumanos.
Jondalar es apresado y encerrado en una jaula, junto con los demás hombres. La jefa del Clan intenta obligarlo a realizar actos sexuales con ella y justo en el momento en que él se niega y la mujer comienza atorturarlo, aparece Ayla con Lobo y lo rescatan.
Siguen su camino de regreso y la etapa más dura es cuando tienen que atravesar el glaciar helado. Los cascos de los animales se rajan y no les es posible continuar de ese modo, así que Ayla recurre a los remedios del Clan del oso cavernario: les fabrica unos zapatos de piel de ciervo y la marcha continúa hasta avistar a lo lejos la caverna de los zelandoni. Ayla reconoce en ella la cueva de sus sueños y cree, por fin, estar entre su gente. Pero todavía le queda mucho que conocer… (Para saber más, deberéis leer Los refugios de piedra.
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