Gracias vieja”. Estas dos palabras resumen la vida del argentino Alfredo Di Stefano. Un goleador nato que siempre estuvo al servicio del equipo y que nunca quiso ser una estrella por encima de sus compañeros. Atribuye sus triunfos por el juego colectivo y se lo agradece todo a su vieja: la pelota.“El fútbol me lo ha dado todo. Siempre lo he entendido como un juego de equipo y siempre he dicho que no quería ser idolatrado, sino jugar, y para eso hay que correr y sudar”.
Desde su más tierna infancia estuvo acompañado por un balón. En las calles del barrio de Barracas, en Buenos Aires, comenzó a dar patadas a pelotas de goma. La pasión por el fútbol le venía de familia. Su padre inculcó a sus hijos el amor por este deporte y por un equipo, River Plate.
Tras su paso por clubes de barrio como ‘Unidos y Venceremos’ e Imán realizó las pruebas de acceso a River Plate y los técnicos no dudaron en que dárselo. Un joven Alfredo Di Stefano comenzó a despuntar en las categorías inferiores del equipo millonario y pronto dio el salto a la primera división argentina.
En 1945, debutó en un encuentro oficial contra Huracán, equipo al que iría cedido la siguiente temporada, y a sus 19 años participó en la consecución del título para River. Su gran trabajo con El Globo el año siguiente le permitió regresar a River para consagrarse como máximo goleador y de nuevo campeón nacional en 1947, junto a compañeros de la talla de Néstor Rossi, Ángel Labruna o Amadeo Carrizo. La prensa y la afición lo bautizarían como La Saeta Rubia, por el color de su pelo y su gran velocidad al ataque. Foto de Alfredo Stefano.
Desde su más tierna infancia estuvo acompañado por un balón. En las calles del barrio de Barracas, en Buenos Aires, comenzó a dar patadas a pelotas de goma. La pasión por el fútbol le venía de familia. Su padre inculcó a sus hijos el amor por este deporte y por un equipo, River Plate.
Tras su paso por clubes de barrio como ‘Unidos y Venceremos’ e Imán realizó las pruebas de acceso a River Plate y los técnicos no dudaron en que dárselo. Un joven Alfredo Di Stefano comenzó a despuntar en las categorías inferiores del equipo millonario y pronto dio el salto a la primera división argentina.
En 1945, debutó en un encuentro oficial contra Huracán, equipo al que iría cedido la siguiente temporada, y a sus 19 años participó en la consecución del título para River. Su gran trabajo con El Globo el año siguiente le permitió regresar a River para consagrarse como máximo goleador y de nuevo campeón nacional en 1947, junto a compañeros de la talla de Néstor Rossi, Ángel Labruna o Amadeo Carrizo. La prensa y la afición lo bautizarían como La Saeta Rubia, por el color de su pelo y su gran velocidad al ataque. Foto de Alfredo Stefano.
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