Otro mundo es posible. En el mismo Madrid, la capital de la prisa, existe un universo de sonrisas aterciopeladas donde se puede comprar todo menos la felicidad; la tienen reservada sólo para los mejores clientes de Serrano. Esta semana, la calle, emblema del lujo, renace del polvo de 22 extenuantes meses de obras sin perder un gramo de su aura dorada de 'milla de oro', a la altura de otras mecas del comercio como la Quinta Avenida de Nueva York, la Rue Faubourg Saint Honoré de París o la Via Veneto romana. El kilómetro largo que va desde la Puerta de Alcalá hasta Juan Bravo sigue siendo el víacrucis de la elegancia y en su callejero se pueden leer nombres como Gucci, Loewe, Chopard, Suárez o Cartier. También hay un Zara; no importa. Allí todos se tratan de usted, los escaparates no muestran precios, los conserjes no dan nombres y las turistas asiáticas con bolsos de a millón y enormes gafas de sol salen corriendo cuando se les acerca el reportero.La calle nació en 1863 y toma su nombre del general gaditano Francisco Serrano y Domínguez, que vivía en el número 14. Quería ser una pequeña París castiza, y lo consiguió con creces. Dios señaló la capital del lujo en España y puso el dedo en el cruce de Serrano con Ortega y Gasset, justo en la esquina en la que abren su elegante tienda los relojeros de Cartier. Allí, irse de compras no es lo que usted está pensando. Un matrimonio charla en voz tenue con un dependiente, sentados en la mesa, mientras ella se hace con un bolígrafo que podría costar 2.000 euros. El champán francés se sirve muy frío. No hay prisa. Foto la calle Serranos Madrid.
No hay comentarios:
Publicar un comentario