Robert James Fischer, más conocido como Bobby Fischer (foto) (* Chicago, Illinois, Estados Unidos, 9 de marzo de 1943 - Reikiavik, Islandia, 17 de enero de 2008[1] ), fue un gran maestro de ajedrez, campeón mundial entre 1972 y 1975. Obtuvo el título máximo del ajedrez mundial al vencer al soviético Borís Spassky en el denominado «match del siglo». De origen estadounidense, poseía la nacionalidad islandesa y se consideraba refugiado político, perseguido por traición en su país natal.
Aunque proverbialmente se le reconoce como niño prodigio, Bobby Fischer no fue estrictamente tal, como José Raúl Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar. Su desarrollo al principio fue más bien lento. Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad superior; antes de esa edad, al menos a simple vista, no se apreciaban en sus resultados y su juego signos de genialidad. Es exacta la aseveración del árbitro internacional español Pablo Morán en el sentido de que "Como niño prodigio no fue muy brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la historia del ajedrez".[2]
Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender y del físico de origen alemán Hans-Gerhardt Fischer, aunque existe cierta controversia respecto de si este último fue el verdadero padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.[3] En cualquier caso, la pareja no obtuvo el divorcio hasta 1945, cuando Fischer tenía dos años, quedando con su hermana Joan al cuidado de su madre. En 1949, la familia se trasladó a Nueva York, a un pequeño apartamento en Brooklyn. Fischer aprendió a jugar ajedrez por sí mismo, a partir de las instrucciones que venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. En enero de 1951, gracias a un anuncio en el periódico, Fischer participó en una sesión de simultáneas con el maestro Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió, le sirvió de estimulo para seguir estudiando. El presidente del Brooklyn Chess Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, quien le enseñó los fundamentos de la estrategia y lo introdujo en el mundo del ajedrez de competición.
Aunque proverbialmente se le reconoce como niño prodigio, Bobby Fischer no fue estrictamente tal, como José Raúl Capablanca, Samuel Reshevsky o Arturo Pomar. Su desarrollo al principio fue más bien lento. Hasta los trece años no comenzó a despuntar como un jugador de capacidad superior; antes de esa edad, al menos a simple vista, no se apreciaban en sus resultados y su juego signos de genialidad. Es exacta la aseveración del árbitro internacional español Pablo Morán en el sentido de que "Como niño prodigio no fue muy brillante; en cambio, como adolescente prodigio no ha tenido parangón en la historia del ajedrez".[2]
Fue hijo de la enfermera suiza Regina Wender y del físico de origen alemán Hans-Gerhardt Fischer, aunque existe cierta controversia respecto de si este último fue el verdadero padre biológico de Bobby, pues Regina y Hans-Gerhardt no vivían juntos desde 1939.[3] En cualquier caso, la pareja no obtuvo el divorcio hasta 1945, cuando Fischer tenía dos años, quedando con su hermana Joan al cuidado de su madre. En 1949, la familia se trasladó a Nueva York, a un pequeño apartamento en Brooklyn. Fischer aprendió a jugar ajedrez por sí mismo, a partir de las instrucciones que venían en un estuche con diversos juegos que le regaló su hermana. En enero de 1951, gracias a un anuncio en el periódico, Fischer participó en una sesión de simultáneas con el maestro Max Pavey; esa fue su primera aparición pública como ajedrecista, y aunque perdió, le sirvió de estimulo para seguir estudiando. El presidente del Brooklyn Chess Club, Carmine Nigro, fue su mentor de ajedrez, quien le enseñó los fundamentos de la estrategia y lo introdujo en el mundo del ajedrez de competición.
No hay comentarios:
Publicar un comentario