viernes, 26 de noviembre de 2010

NEVADA SOBRE NEVADA.LAS ALPUJARRAS Y SIERRA NEVADA PARTE 3.


Tras desayunar, a eso de las 09.00 h. nos pusimos en marcha, en mitad de la niebla, que había sustituido a la lluvia de la noche anterior. Afortunadamente, poco después la niebla dejó paso a un gran cielo azul, que ya no nos abandonaría en el resto de las vacaciones.
A las 13.00 h. estábamos ya en Pampaneira, donde nos costó bastante encontrar un lugar para aparcar el coche. Entre que era un sábado de puente y que había una feria de productos típicos, el pueblo estaba lleno de gente y la carretera que lo bordea llena de coches.
Sin embargo, ningún problema para encontrar alojamiento. Entre los 4 hostales del pueblo, elegimos el Hostal Pampaneira, en la entrada del pueblo, al lado de los puestos de la feria y muy cerca de la plaza del pueblo. La habitación doble con baño costó 36 €, sin desayuno, con vistas a la calle mayor del pueblo. Foto de Sierra Nevada pista de esquí, etc.
Tras varias cañas y tapas (la mejor, un gran picho moruno en el bar del hostal), nos pusimos las botas de monte y comenzamos un recorrido de 3 horas visitando los 3 pueblos del barranco de Poqueira: Pampaneira, Bubión y Capileira. Nos encantaron tanto los caminos semi¬empedrados que unen los pueblos por el barranco, como adentranos por los laberintos de callejuelas que forman cada uno de los pueblos. Basta desviarse un par de calles de la plaza mayor de cada pueblo, para alejarse del bullicio de la gente y conocer pequeños rincones preciosos: multitud de fuentes, lavaderos aún en funcionamiento, tinaos (una especie de portales con techo de madera y casi simpre decorados con flores). Es difícil decidirse por alguno de los 3 pueblos, todos tienen su encanto, aunque tal vez Bubión me parecio más auténtico, su plaza, bellísima, es muchísimo más tranquila que las de los demás pueblos, y esta libre de tiendas de souvenirs.
Cuando volvimos a Pampaneira, ya al atardecer, dimos una vuelta por la feria, ya con mucha menos gente y, tras la ducha, salimos a cenar. Tras otro par de tapas, una de las cuales nos permitió conocer el vino costa, en una especie de bodega que se encuentra detras de la iglesia y donde servían vino con una generosa tapa de jamón, comimos un par de raciones en el bar de nuestro hostal (de los pocos sitios que quedaban abiertos). Lo mejor, una ensalada que, además de lo habitual, llevaba grandes cantidades de fruta: kiwi, mango, granada, plátano. Y el postre: unos caquis verdes macerados durante una semana en anís. Delicioso.

No hay comentarios:

Publicar un comentario