miércoles, 17 de noviembre de 2010

EL PUENTE GOLGANTE.


Cuando en el invierno de 1975, huyendo del frío parisino, Alberto Ruy Sánchez emprende un viaje a Marruecos, está lejos de imaginar lo que va a descubrir: «una ciudad amurallada, mágica e inaccesible» (Cuentos de Mogador, p.45). Está lejos de imaginar la seducción que Essaouira-Mogador va a ejercer sobre él, apoderándose de su imaginario hasta tal punto de convertirse en el centro de sus relatos (Los nombres del aire, 1987, Cuentos de Mogador, 1994 y En los labios del agua, 1996) y seguir inspirándole la escritura de otras dos novelas previstas para constituir una tetralogía sobre «la blanca ciudad flotando en el mar» (Los nombres del aire, p. 45).
Foto de un puente golgante son muy bonitos.
¿Cómo explicar pues, la fascinación que Mogador ejerce en el escritor mexicano? Sin pretender racionalizar uno de los aspectos más secretos de la creación literaria, se puede entender dicha fascinación, entre otros factores más o menos conscientes, más o menos racionales, porque Mogador en particular y Marruecos en general le revelan a Ruy Sánchez las raíces árabes y musulmanas de su propia identidad.
MOGADOR,
PUENTE COLGANTE
ENTRE LAS DOS ORILLAS
DEL ATLANTICO

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