jueves, 11 de noviembre de 2010

SIN ASPEREZAS.


Ella se apropia de tu dolor y lo transforma
en charcos para salpicar la extrañeza.
Te salva cada tarde de no perecer ahogado.
Dice que no entiende
y huele ahora mismo a la colonia de lilas.

Hace de nosotros un cuento que se acaba,
pero que nunca se acaba.
Ella recorre para mí las plazas que no existen.

Un miércoles de junio y habrá bastado,
un libro viejo y una prenda por estrenar.
Ella se confunde al reír y sigue la malaventura
apostando a que ya no es la muchacha
que deprisa llegó de Corfú.

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