miércoles, 6 de octubre de 2010

LA EDAD DE ORO.


El hecho de que esta segunda película fuera escrita y rodada una vez que Buñuel formaba parte ya del grupo surrealista de París es un dato realmente importante para contextualizarla como obra surrealista y poder apreciar plenamente todo su valor.

Y es surrealista no sólo en la forma externa, sino en las diferentes escenas, en las imágenes impactantes que sobresaltan a los espectadores o en las arriesgadas asociaciones y metáforas. Es, además y esencialmente, una manifestación surrealista en su contenido, en el fondo, en la medida en que relata una historia de amor pasional que trata de romper las barreras que se le imponen, los límites. Asimismo, hay un trasfondo de rebelión, revolución y cuestionamiento de las normas morales y sociales muy evidente.

Son éstos dos los hilos argumentales esencialmente surrealistas en la cinta, con algunos añadidos quizá no tan evidentes.

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