TÍTULO: LA MÚSICA CRUZO EL TIEMPO. La música es fundamental en nuestros momentos en que vivimos en cada minuto una canción diferente para nuestros oídos. Al encender la radio parece todo cruzar el tiempo de recuerdos según la música que este sonado. El líder de los Secretos que nos hizo llorar con sus canciones, ahora mismo parece cantar al cielo con sus letras cruzando fronteras imaginadas. La música cruzo el tiempo es solamente decir adiós.
TÍTULO: Y MIRO EL MUNDO COMO RUEDA,. Primeros días de otoño.
Ha llegado el otoño, avisan los diarios, pero los árboles -que no saben de calendarios- miran al sol que aparta las nubes y se empeña en seguir viniendo; los árboles con las hojas que todavía están en sus copas siguen protegiendo con su sombra al suelo y a la gente que se cobija bajo ellos. Más adelante, cuando el frió haya llegado y se fije dolorosamente en las cortezas de los troncos, como apretándolos, las dejarán caer para tapar el suelo, para protegerlo con una capa fina y frágil de hojas muertas, como si de una manta se tratara. Pero a pesar de que los árboles insistan en dejarlas caer, el viento y los hombres-jardineros se empecinarán en retirarlas, en dejar el suelo desprotegido, sin tener en cuenta lo que desde siempre han pactado los árboles y el suelo. Durante el buen tiempo los árboles tomarán de éste su alimento y cuando el frió empiece a dejarse caer lo protegerán con su manta de hojas, y cuando los primeros rayos de sol vuelvan a insistir, el suelo dejará que las hojas que se han ido pudriendo encima de él le penetren para servir a los árboles de alimento, otra vez. Ese es el pacto que los hombres y el viento han roto sin saberlo. Pero el suelo, sin embargo se conforma con las raíces de los árboles que lo retienen en un abrazo incesante, y se conforma también a pesar de que los árboles, por culpa del viento y de los hombres no hayan cumplido con su parte del pacto, a pesar del desgaste constante. Se conforma, pero no entiende por qué los hombres en un trabajo inútil le quitan las hojas en otoño y cuando vuelve a hacer buen tiempo, le regalan con nutrientes hechos a base de hojas muertas de otros árboles.
TÍTULO: Y MIRO EL MUNDO COMO RUEDA,. Primeros días de otoño.
Ha llegado el otoño, avisan los diarios, pero los árboles -que no saben de calendarios- miran al sol que aparta las nubes y se empeña en seguir viniendo; los árboles con las hojas que todavía están en sus copas siguen protegiendo con su sombra al suelo y a la gente que se cobija bajo ellos. Más adelante, cuando el frió haya llegado y se fije dolorosamente en las cortezas de los troncos, como apretándolos, las dejarán caer para tapar el suelo, para protegerlo con una capa fina y frágil de hojas muertas, como si de una manta se tratara. Pero a pesar de que los árboles insistan en dejarlas caer, el viento y los hombres-jardineros se empecinarán en retirarlas, en dejar el suelo desprotegido, sin tener en cuenta lo que desde siempre han pactado los árboles y el suelo. Durante el buen tiempo los árboles tomarán de éste su alimento y cuando el frió empiece a dejarse caer lo protegerán con su manta de hojas, y cuando los primeros rayos de sol vuelvan a insistir, el suelo dejará que las hojas que se han ido pudriendo encima de él le penetren para servir a los árboles de alimento, otra vez. Ese es el pacto que los hombres y el viento han roto sin saberlo. Pero el suelo, sin embargo se conforma con las raíces de los árboles que lo retienen en un abrazo incesante, y se conforma también a pesar de que los árboles, por culpa del viento y de los hombres no hayan cumplido con su parte del pacto, a pesar del desgaste constante. Se conforma, pero no entiende por qué los hombres en un trabajo inútil le quitan las hojas en otoño y cuando vuelve a hacer buen tiempo, le regalan con nutrientes hechos a base de hojas muertas de otros árboles.
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