sábado, 19 de febrero de 2011

CRUZAR EXTREMADURA EN BARCA.SOCIEDAD.


El navegante de secano Amador González recorre esta autonomía, de norte a sur, en una barca con ruedas tirada por una yegua.
De esta forma soy libre de ir a donde quiera. Ahora estoy dando la vuelta a España», afirma un sonriente Amador González cuando se le pregunta por qué va por el mundo montado en una barca con ruedas, que tira una apacible yegua.
El navegante de secano lo dice en un campo en las afueras de Cáceres, junto al Edificio Valhondo, mientras da de comer a su perra Senda y a su yegua Noia de 20 años, una mezcla de hispanobretón y percherón. A su lado está su casa-caracol: una panzuda barca de 3 metros de largo (eslora en términos marineros) cubierta con una lona para cobijarse de la lluvia y el frío. Aquí duerme al llegar la noche.
Amador está cruzando Extremadura de norte a sur. Viene de Galicia y su intención es ir hasta Córdoba para seguir dando la vuelta a España. Calcula que tardará algo más de un año, pero tampoco tiene prisa. Lo suyo es disfrutar de la naturaleza y charlar con la gente que se encuentra, sin reparos en que el que quiera se una en su viaje durante unos días.
Él, que no tiene ni mujer ni hijos, es natural de las montañas de Tarragona, de la zona del Priorato, la del buen vino. Allí estaba hace un año, algo agobiado con una pequeña empresa de pladur que había montado, cuando decidió dejar los sinsabores de autónomo y embarcarse, nunca mejor dicho, en una aventura. «Bueno, lo de la barca no fue la primera idea - comenta -. Primero quería ir por ahí andando con una mochila, pero tuve una lesión que me impedía hacer así el viaje. Luego pensé en hacerlo a caballo y compré uno hispanoárabe, pero un día que estaba ayudando a un carpintero, vi la barca abandonada en un rincón, le pregunté y me dijo que si la quería me la daba». Fue entonces cuando lo vio claro: viajar con un carro-barca.
El 7 de junio de 2010 comenzó la aventura a orillas del mar Mediterráneo, en Cambrils, Tarragona. Tomó la ruta del Camino Francés hacia Santiago de Compostela, pero se quedó a 113,5 kilómetros del destino de miles de peregrinos. Amador no buscaba, por ahora, abrazar al apóstol Santiago, y después de quedarse un mes a vivir en Sarria y otro mes en Quiroga, las dos localidades en la provincia de Lugo, comenzó su bajada hacia el sur de España, quizá cansado del frío y la lluvia. Entre las pallozas de El Cebreiro, uno de los pueblos más hermosos, aguantó una tempestad y luego fue llaneando por Zamora y Salamanca hasta llegar a Extremadura. Le han visto por Oliva de Plasencia, por Galisteo, Riolobos («que bonito el nombre de este pueblo»), Grimaldo, Cañaveral, Casar de Cáceres hasta llegar a Cáceres en donde ha descansado varios días. Ahora va hacia Alcuéscar y Mérida, camino de Córdoba.
Viaja como en otras épocas, pero tiene un móvil y un ordenador portátil que carga con una placa solar. Si usted quiere ver cómo va el periplo de Amador, o incluso acompañarle algún día, puede contactar con él en www.navegandoporelinterior.es, o llamándole al teléfono 646 450 307. Buen viaje.
Amador, con la yegua Noia, descansando en Cáceres con su barca con ruedas,foto.

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