lunes, 21 de marzo de 2011

Un asunto brumoso. EL TABACO.


El tabaco es malo. Vale, de acuerdo. Es evidente que meterse humo en los pulmones no parece lo más adecuado para llevar una vida sana. Pero...¿ es necesario que la sociedad acose constantemente a los fumadores, les haga sentirse como piltrafas humanas y vaya haciendo sus vidas cada día un poco más desagradables? Yo creo que no. Especialmente si la misma sociedad fabrica el tabaco, lo vende y extrae de él unos interesantes beneficios para sus gobiernos en forma de impuestos. Porque, vamos a ver; o todos moros o todos cristianos; si esto del tabaco es tan malo, que se quemen las plantaciones, se prohíba el consumo y se erradique el funesto vicio de la faz de la tierra de una vez por toAh! No. Eso es imposible, clama la sociedad democrática, pues va en contra del libre albedrío y atenta contra el derecho inalienable del individuo de hacer de su capa un sayo y de sus pulmones un estercolero. O sea, que vamos a seguir fabricando tabaco, promocionándolo y vendiéndolo, pero que sepa aquel que lo consuma que le consideramos un ser despreciable al que le vamos a hacer la vida todo lo desagradable que podamos. ¿Alguien entiende esta manera de ir por el mundo? ¿No nos suena todo esto a hipocresía de la peor especie? ¿Es compatible crear una necesidad y combatir a los que la experimentan?.

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