jueves, 3 de marzo de 2011

LA BELLEZA ENTRE EL CAFE.


Un enorme abrazo de hiedra viste la fachada de mi casa. Las hormigas trepan por la planta en un intento de ser más que nadie y se regocijan cuando nos ven tan de mañana ir al trabajo, con las legañas aún por estrenar.
Ahí estaba yo, esperando el tren, deseosa de verle llegar e ir mancando distancia. Ya no sé muy bien quién soy, ni lo que me queda y mucho menos si será suficiente para proseguir, pero lo importante ahora es huir .
Don Cosme, Don Cosme, serénese hombre. Venga, déjenlo ustedes. Vamos, ya está bien ... La monjita no podía parar aquel revuelo. ¡Y qué bueno es oír risas de vez en cuando! La verdad es que no hay muchos motivos para divertirse en esta Residencia.
Cuántas veces me he preguntado a lo largo de mi vida, ¿me querías mamá? Sólo tú me podías contestar. Recuerdo cuando los domingos me llevabas, junto con papá, al pueblo de al lado y me dejabais en la puerta de la iglesia, de rodillas, pidiendo limosna.
Lo más extraño no es el estado de consciencia mientras estaba totalmente inmóvil, ni ver a mis seres queridos llorar desconsolados a pesar de que durante la mayor parte de la vida me he sentido solo ...

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