sábado, 12 de marzo de 2011

LA SONRISA MÁS TIERNA.


Jamás deberíamos
traicionar las palabras,
porque han de ser
la plasmación más veraz
de nuestras ideas.
Jamás deberíamos
canjear su significado
en el sucio mercado
de los pragmatismos
con un acto que nos llene
de vergüenza y muerte,
y nos convierta en cenizas
de una hoguera prendida
con vil afán de desertar.
Nos debemos a la dicha
de ser fieles a un compromiso,
al canto del ensueño trazado
entre el placer y la delicia,
a mañanas sin prisa
en las orillas de un mar
que no debe ser olvido
y a pronunciar mensajes
con la ternura y delicadeza
de dos cuerpos que se aman.
Porque si todo se plantea
en términos de mercachifles,
indiferencias e inconcreciones
acabaremos por convertir
en insustanciales, retorcidas
y tramposas las palabras,
contaminando el aire y la voz
en que nos concretamos.

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