"Un día se encontró descalza, sin zapatos, en la calle y sola.
Foto unos bonitos zapatos de verano de mujer.
Siempre había tenido unos zapatos que ponerse, en realidad con ellos no iba muy cómoda, de hecho le hacían una pequeña herida, pero le permitían recorrer un largo camino, y aunque tenía otros zapatos que ponerse no quería cambiar, esos zapatos le gustaban, incluso a veces no solo caminaba con ellos sino que podía volar…
Una noche estaba sentada en un banco admirando la luna llena mientras escuchaba el silencio tan solo interrumpido por el aire que chocaba en su cara, cuando de repente abrió los ojos, y asustada se dio cuenta que no llevaba los zapatos, que estaba descalza.
En esos momentos el aire que antes notaba, ahora le faltaba. ¿Cómo caminaría sin sus zapatos?
Al día siguiente despertó en el mismo banco, abrió los ojos y rápidamente los volvió a cerrar deseando con mucha fuerza que todo hubiera sido un sueño, que sus zapatos siguieran estando ahí. Por mucho que lo deseo al abrir los ojos vio que no estaban, y el miedo de la noche anterior se convirtió en angustia…en vértigo.
En el fondo sabia que conseguiría otros zapatos, pero también sabía que con ellos no volaría. Y estaba en lo cierto, muchos caballeros pasaban y al verla tan sola, tan indefensa, tan triste le ofrecían zapatos, ella no sabía que hacer...en realidad ella quería los suyos, aunque los otros fuesen cómodos y bonitos.
Se preguntaba por qué habían desaparecido o por qué alguien se los había robado, ella sola se respondía “eran demasiado buenos para mí”.
Iban pasando los días y ella no seguía su camino, se quedo estancada en ese banco esperando que volviera la luna llena, admirarla, escuchar el silencio, sentir el viento, cerrar los ojos y al abridlos ver sus zapatos como estaban junto a ella, y saber que por fin podría retomar su camino con sus zapatos perdidos.
La noche que esperaba llegó, la luna llena iluminaba toda su cara, ella cerró los ojos y durmió hasta el día siguiente esperando que un pequeño milagro hiciese que sus zapatos volvieran a ella. Al despertar todo seguía igual, y entonces pensó: “quizá esos zapatos no eran para mí, quizá no debí rechazar los demás…”"
Foto unos bonitos zapatos de verano de mujer.
Siempre había tenido unos zapatos que ponerse, en realidad con ellos no iba muy cómoda, de hecho le hacían una pequeña herida, pero le permitían recorrer un largo camino, y aunque tenía otros zapatos que ponerse no quería cambiar, esos zapatos le gustaban, incluso a veces no solo caminaba con ellos sino que podía volar…
Una noche estaba sentada en un banco admirando la luna llena mientras escuchaba el silencio tan solo interrumpido por el aire que chocaba en su cara, cuando de repente abrió los ojos, y asustada se dio cuenta que no llevaba los zapatos, que estaba descalza.
En esos momentos el aire que antes notaba, ahora le faltaba. ¿Cómo caminaría sin sus zapatos?
Al día siguiente despertó en el mismo banco, abrió los ojos y rápidamente los volvió a cerrar deseando con mucha fuerza que todo hubiera sido un sueño, que sus zapatos siguieran estando ahí. Por mucho que lo deseo al abrir los ojos vio que no estaban, y el miedo de la noche anterior se convirtió en angustia…en vértigo.
En el fondo sabia que conseguiría otros zapatos, pero también sabía que con ellos no volaría. Y estaba en lo cierto, muchos caballeros pasaban y al verla tan sola, tan indefensa, tan triste le ofrecían zapatos, ella no sabía que hacer...en realidad ella quería los suyos, aunque los otros fuesen cómodos y bonitos.
Se preguntaba por qué habían desaparecido o por qué alguien se los había robado, ella sola se respondía “eran demasiado buenos para mí”.
Iban pasando los días y ella no seguía su camino, se quedo estancada en ese banco esperando que volviera la luna llena, admirarla, escuchar el silencio, sentir el viento, cerrar los ojos y al abridlos ver sus zapatos como estaban junto a ella, y saber que por fin podría retomar su camino con sus zapatos perdidos.
La noche que esperaba llegó, la luna llena iluminaba toda su cara, ella cerró los ojos y durmió hasta el día siguiente esperando que un pequeño milagro hiciese que sus zapatos volvieran a ella. Al despertar todo seguía igual, y entonces pensó: “quizá esos zapatos no eran para mí, quizá no debí rechazar los demás…”"
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