martes, 10 de mayo de 2011

MAR DE FUEGO.



Ávida por contemplar y deleitarme,

paseando entre riscos y acantilados,

senderos que suben por las montañas

para alcanzar las cimas y ver el Océano.

Siguiendo los pasos, tras el ser amado,

experto, dueño, Señor de los caminos,

sentados en cualquier roca inmensa,

unidos por los mismos sentimientos

admiramos el paisaje, callados,
en silencio

incapaces de apartar los ojos de lo inconmensurable.

No hay palabras, ni pintura,

que reflejen con exactitud tanta hermosura,

se expresa mejor callando,

hablando con nuestro propio universo.
Silencio roto por el canto angelical,

sonidos majestuosos de las olas contra el viento,

profundidades de rocas gastadas por la erosión del tiempo,

¡cuánto ocultan los lugares internos!

Si esas piedras pudieran hablar.

No hay comentarios:

Publicar un comentario