¿Que sabor tendrán los sesos de mi enemigo?
Me lo pregunté esta misma mañana bajo la alcachofa de la ducha canturreando “Imagine”, siempre me inspira, incluso en ayunas pensando en el cafelito.
Llevo una temporada cargando mi instinto con balas de plata por si el enemigo resulta vampira de moda o licántropo. Mi enemigo es difícil de precisar, se escabulle después de cabrearme, se ríe con voz de barítono o de mezzo-soprano, también gruñe, no hay manera de saber qué pinta tiene ni qué sexo. Lo huelo, la adivino, pero cuando intento atrapar esa cosa se me hace niebla o pesadilla pesada, o gente o multitudes o la vecina o el cartero.
Ya es urgente liquidar a mi íntimo odiado. Pero para lograr ese fin debo tenderle una trampa. ¿Qué le apetece de mí? Le atraen mi imaginación, mis sueños, mis gozos y deseos, mis sonrisas, más que mis risas, es sutil. Prisa no tiene, y yo no suelo llevar reloj que marque la hora del enemigo, de golpe se me presenta y en un suspiro se larga. A cambio me deja amargura, pesimismo, insultos, malas caras con cualquiera, mezquindad, envidia, bilis, angustia y granizo helado en pleno verano.
La cara oculta de la luna es su morada, selenita extraterrestre. Lo imagino dando vueltas obsesivas en círculos, como un sufí. Su naturaleza escapa a conjuros a sortilegios u oraciones, a la postre; supersticiones para bobos y crédulas.
Mi enemigo es caníbal, antropófaga, me come el coco y yo aspiro a degustar sus sesos en tortilla o en buñuelos para fagocitar su energía que es la mía.
"Devuélveme el rosario de mi madre. Y quédate con todo lo demás" bromeo como suelo; "buena voz la de la Pradera" suscribo.
!Hoy es el día señalado! Lo noto en el pulso que golpea mis sienes y en la boca seca.
Tiendo la trampa; sonrío y pienso en espuma de mar, olor a hierba mojada y cuerpos bellos, nunca falla a la cita ante ese tipo de reclamos. En la calle le espero agazapado e impaciente detrás de una farola, el sol a mi espalda, llevo las tijeras preparadas, no hará falta el revolver.
¡Zis, zas!, le propino dos tijeretazos secos, sin darle opción a defenderse.
__ Adiós enemigo, adiós sombra.
Allí se queda separda de mis talones, oscura, asesinada a traición, descerebrada, asexuada, muda e insípida. "¡Mucho ruido y pocas nueces!" exclamo satisfecho y le escupo con saña.
__Una de sesos en tortilla__ el camarero me mira extrañado, las cejas arqueadas.
__No hay sesos en el menú de hoy, disculpe caballero.
__Da lo mismo, cualquier plato me sabrá a sesos__le replico y él se encoge de hombros, luego golpea con el trasero la puerta batiente y entra en la cocina.
Los degusto con fruición, masticando poco a poco, paladeándolos. Aunque se trate de sardinas, son los sesos que guardan mis ideas robadas, mis momentos felices.
Un nuevo día, acabo de ducharme, el vapor invade el baño y agarrando la toalla borro la humedad del espejo, suelo afeitarme con navaja, al viejo estilo, sin prisas.
En la superficie que gotea se presenta el enemigo, ¿con que esas tenemos? Esbozo una sonrisa, resignado, porque contaba con su persistencia machacona, con su habilidad mutante.
"Habrá que eliminar esta nueva versión, definitivamente. Bastará un corte de oreja a oreja..." En la boca aun retengo aquel sabor a sesos.
Me lo pregunté esta misma mañana bajo la alcachofa de la ducha canturreando “Imagine”, siempre me inspira, incluso en ayunas pensando en el cafelito.
Llevo una temporada cargando mi instinto con balas de plata por si el enemigo resulta vampira de moda o licántropo. Mi enemigo es difícil de precisar, se escabulle después de cabrearme, se ríe con voz de barítono o de mezzo-soprano, también gruñe, no hay manera de saber qué pinta tiene ni qué sexo. Lo huelo, la adivino, pero cuando intento atrapar esa cosa se me hace niebla o pesadilla pesada, o gente o multitudes o la vecina o el cartero.
Ya es urgente liquidar a mi íntimo odiado. Pero para lograr ese fin debo tenderle una trampa. ¿Qué le apetece de mí? Le atraen mi imaginación, mis sueños, mis gozos y deseos, mis sonrisas, más que mis risas, es sutil. Prisa no tiene, y yo no suelo llevar reloj que marque la hora del enemigo, de golpe se me presenta y en un suspiro se larga. A cambio me deja amargura, pesimismo, insultos, malas caras con cualquiera, mezquindad, envidia, bilis, angustia y granizo helado en pleno verano.
La cara oculta de la luna es su morada, selenita extraterrestre. Lo imagino dando vueltas obsesivas en círculos, como un sufí. Su naturaleza escapa a conjuros a sortilegios u oraciones, a la postre; supersticiones para bobos y crédulas.
Mi enemigo es caníbal, antropófaga, me come el coco y yo aspiro a degustar sus sesos en tortilla o en buñuelos para fagocitar su energía que es la mía.
"Devuélveme el rosario de mi madre. Y quédate con todo lo demás" bromeo como suelo; "buena voz la de la Pradera" suscribo.
!Hoy es el día señalado! Lo noto en el pulso que golpea mis sienes y en la boca seca.
Tiendo la trampa; sonrío y pienso en espuma de mar, olor a hierba mojada y cuerpos bellos, nunca falla a la cita ante ese tipo de reclamos. En la calle le espero agazapado e impaciente detrás de una farola, el sol a mi espalda, llevo las tijeras preparadas, no hará falta el revolver.
¡Zis, zas!, le propino dos tijeretazos secos, sin darle opción a defenderse.
__ Adiós enemigo, adiós sombra.
Allí se queda separda de mis talones, oscura, asesinada a traición, descerebrada, asexuada, muda e insípida. "¡Mucho ruido y pocas nueces!" exclamo satisfecho y le escupo con saña.
__Una de sesos en tortilla__ el camarero me mira extrañado, las cejas arqueadas.
__No hay sesos en el menú de hoy, disculpe caballero.
__Da lo mismo, cualquier plato me sabrá a sesos__le replico y él se encoge de hombros, luego golpea con el trasero la puerta batiente y entra en la cocina.
Los degusto con fruición, masticando poco a poco, paladeándolos. Aunque se trate de sardinas, son los sesos que guardan mis ideas robadas, mis momentos felices.
Un nuevo día, acabo de ducharme, el vapor invade el baño y agarrando la toalla borro la humedad del espejo, suelo afeitarme con navaja, al viejo estilo, sin prisas.
En la superficie que gotea se presenta el enemigo, ¿con que esas tenemos? Esbozo una sonrisa, resignado, porque contaba con su persistencia machacona, con su habilidad mutante.
"Habrá que eliminar esta nueva versión, definitivamente. Bastará un corte de oreja a oreja..." En la boca aun retengo aquel sabor a sesos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario