El mundo secreto que había bajo la cama
estaba gobernado por un monstruo en pijama.
Tenía por corona un grueso gorro de lana
y su comida preferida era la tarta de manzana.
Despertaba cada noche aunque hiciera frío
pues él no lo sentía, al caminar con mucho brío.
Era un monstruo con un corazón muy duro
pues tenía un pasado muy oscuro.
Año tras año, día tras día,
el monstruo rumiaba la malvada ironía,
que le había llevado por tortuosos senderos
desde su castillo natal hasta los presentes atolladeros.
Años atrás no era como lo ves,
algo le hizo poner su corazón al revés.
Creo que fue durante un otoño
cuando un niño le hizo acabar hasta el moño.
Así que, airado como estaba, salió de su escondrijo
y con cara de enfado, al niño dijo:
- ¡A un árbol te ataré!
¡Y en gusano te convertiré!
El niño asustado,
ràpidamente comprendió que algo malo había pasado:
De la mejor manera, con el mayor desenfado,
al monstruo terrible había desafiado.
El monstruo enfadado,
el conjuro llevó a cabo.
Y el pobre niñito
se convirtió en un gusanito,
yéndose muy enfadado,
porque un caballo lo había pisado.
Cuando se marchaba reptando,
notó que alguien le estaba observando.
Era una hermosa niña
que de sombrero tenía una gran piña
y se iba al colegio con la mochila vacía,
ni bocatas, ni una triste sandía.
estaba gobernado por un monstruo en pijama.
Tenía por corona un grueso gorro de lana
y su comida preferida era la tarta de manzana.
Despertaba cada noche aunque hiciera frío
pues él no lo sentía, al caminar con mucho brío.
Era un monstruo con un corazón muy duro
pues tenía un pasado muy oscuro.
Año tras año, día tras día,
el monstruo rumiaba la malvada ironía,
que le había llevado por tortuosos senderos
desde su castillo natal hasta los presentes atolladeros.
Años atrás no era como lo ves,
algo le hizo poner su corazón al revés.
Creo que fue durante un otoño
cuando un niño le hizo acabar hasta el moño.
Así que, airado como estaba, salió de su escondrijo
y con cara de enfado, al niño dijo:
- ¡A un árbol te ataré!
¡Y en gusano te convertiré!
El niño asustado,
ràpidamente comprendió que algo malo había pasado:
De la mejor manera, con el mayor desenfado,
al monstruo terrible había desafiado.
El monstruo enfadado,
el conjuro llevó a cabo.
Y el pobre niñito
se convirtió en un gusanito,
yéndose muy enfadado,
porque un caballo lo había pisado.
Cuando se marchaba reptando,
notó que alguien le estaba observando.
Era una hermosa niña
que de sombrero tenía una gran piña
y se iba al colegio con la mochila vacía,
ni bocatas, ni una triste sandía.
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