TÍTULO: LA SIESTA: En un rincón de un patio fresco y ameno,
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.
Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.
Luz del alma ilumina su rostro hermoso:
se encienden sus mejillas, tiembla y sonríe,
y más con lo que sueña su amor se engríe,
y es cada vez su aliento más anheloso…
Murmura luego su nombre: nadie contesta…
Abre sus ojos negros con mudo espanto,
y al ver de sus quimeras roto el espanto
volviendo al sueño dice: ¡Bendita siesta
TÍTULO: LA SIESTA DE AMOR.
Cuando siento en los trópicos que arde
calor fecundo -ese hálito de horno
que comienza en las horas del bochorno
y se suaviza apenas en la tarde-
suelo evocar tu voluptuoso alarde
y trazar en mis sueños tu contorno,
que se exhibe ante mí sin que un adorno
profanador tu desnudez resguarde.
La inclemencia del sol es siempre menos
que tu propia inclemencia, amada mía,
ya que duerme un volcán bajo tus senos;
y por eso, en mis siestas, tu hermosura
es la más ardorosa fantasía
de la imaginación de la Natura.
que alegran y perfuman aves y flores,
una niña morena, que tiene amores,
duerme, puestas las manos sobre su seno.
Sueña, y al grato hechizo de cuanto mira
a través de la bruma de lo soñado,
se dilata su seno blanco y rosado,
y su boca de grana se abre y suspira.
Luz del alma ilumina su rostro hermoso:
se encienden sus mejillas, tiembla y sonríe,
y más con lo que sueña su amor se engríe,
y es cada vez su aliento más anheloso…
Murmura luego su nombre: nadie contesta…
Abre sus ojos negros con mudo espanto,
y al ver de sus quimeras roto el espanto
volviendo al sueño dice: ¡Bendita siesta
TÍTULO: LA SIESTA DE AMOR.
Cuando siento en los trópicos que arde
calor fecundo -ese hálito de horno
que comienza en las horas del bochorno
y se suaviza apenas en la tarde-
suelo evocar tu voluptuoso alarde
y trazar en mis sueños tu contorno,
que se exhibe ante mí sin que un adorno
profanador tu desnudez resguarde.
La inclemencia del sol es siempre menos
que tu propia inclemencia, amada mía,
ya que duerme un volcán bajo tus senos;
y por eso, en mis siestas, tu hermosura
es la más ardorosa fantasía
de la imaginación de la Natura.
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