Un kamikaze hace estallar la carga que portaba en un café de la céntrica plaza Yamaa el-Fna de Marrakech y causa catorce muertos, la mayoría extranjeros.
Los terroristas buscaban sangre y apuntaron al corazón del turismo marroquí, la plaza Yamaa el-Fna de Marrakech, donde al menos catorce personas -al parecer cinco de ellas mujeres- murieron ayer a causa de una potente explosión que destruyó el café Argana, uno de los más populares del centro histórico de la ciudad. El Gobierno de Rabat confirmó que se trató de un «atentado terrorista», el peor desde los ataques de Casablanca en 2003. Entre las víctimas mortales hay once extranjeros, seis de ellos franceses, y tres marroquíes, que formaban parte del personal del establecimiento. También se contabilizaron veintitrés de heridos, cinco graves.
La detonación se produjo alrededor de las doce del mediodía (una hora más en la España peninsular), uno de los momentos en los que la plaza bulle de turistas. Al parecer, según declaró un testigo a la agencia AFP, el terrorista entró en el local -algunas fuentes apuntaron a que se trataba de una mujer- y pidió un zumo de naranja. Pocos minutos después, «se hizo estallar», añadió. La tesis de que se trató de un kamikaze tomó forma después de que se informara en un primer momento de que la explosión se debió a un accidente con una bombona de gas.
El análisis de las primeras pruebas recogidas en el lugar de la explosión en un café de Marrakech confirman la tesis del atentado», aseguró el ministro del Interior, Taieb Cherkaui, en unas declaraciones recogidas por la agencia oficial MAP. Al parecer, se habrían encontrado clavos y otra metralla metálica en los cuerpos de las víctimas, lo que ratificaría la teoría del atentado. Anoche, nadie había reivindicado la acción.
Marrakech es el principal destino turístico de Marruecos, muy frecuentado por españoles, especialmente desde que varias compañías aéreas de bajo coste iniciaran rutas diarias que unen la península con la 'ciudad ocre'. Sin embargo, el Consulado de Casablanca descartó que hubiera españoles entre las víctimas, lo que luego fue confirmado por la Embajada en Rabat.
Una de las víctimas mortales permanece cubierta a la espera de ser evacuada, mientras la policía busca pruebas en el lugar del atentado-foto.
Los terroristas buscaban sangre y apuntaron al corazón del turismo marroquí, la plaza Yamaa el-Fna de Marrakech, donde al menos catorce personas -al parecer cinco de ellas mujeres- murieron ayer a causa de una potente explosión que destruyó el café Argana, uno de los más populares del centro histórico de la ciudad. El Gobierno de Rabat confirmó que se trató de un «atentado terrorista», el peor desde los ataques de Casablanca en 2003. Entre las víctimas mortales hay once extranjeros, seis de ellos franceses, y tres marroquíes, que formaban parte del personal del establecimiento. También se contabilizaron veintitrés de heridos, cinco graves.
La detonación se produjo alrededor de las doce del mediodía (una hora más en la España peninsular), uno de los momentos en los que la plaza bulle de turistas. Al parecer, según declaró un testigo a la agencia AFP, el terrorista entró en el local -algunas fuentes apuntaron a que se trataba de una mujer- y pidió un zumo de naranja. Pocos minutos después, «se hizo estallar», añadió. La tesis de que se trató de un kamikaze tomó forma después de que se informara en un primer momento de que la explosión se debió a un accidente con una bombona de gas.
El análisis de las primeras pruebas recogidas en el lugar de la explosión en un café de Marrakech confirman la tesis del atentado», aseguró el ministro del Interior, Taieb Cherkaui, en unas declaraciones recogidas por la agencia oficial MAP. Al parecer, se habrían encontrado clavos y otra metralla metálica en los cuerpos de las víctimas, lo que ratificaría la teoría del atentado. Anoche, nadie había reivindicado la acción.
Marrakech es el principal destino turístico de Marruecos, muy frecuentado por españoles, especialmente desde que varias compañías aéreas de bajo coste iniciaran rutas diarias que unen la península con la 'ciudad ocre'. Sin embargo, el Consulado de Casablanca descartó que hubiera españoles entre las víctimas, lo que luego fue confirmado por la Embajada en Rabat.
Una de las víctimas mortales permanece cubierta a la espera de ser evacuada, mientras la policía busca pruebas en el lugar del atentado-foto.
Las líneas telefónicas están colapsadas», aseguró Antar, empleado de uno de los pequeños hostales que rodean la plaza, quien añadió que, «por ahora, no hemos recibido ninguna instrucción nueva de seguridad por parte de la policía». Después del atentado de Casablanca de 2003, en el que murieron 33 personas, entre ellas cinco españoles, además de los doce terroristas suicidas, las medidas de seguridad se reforzaron en todos los establecimientos públicos del país magrebí, en especial en las zonas turísticas, que son las más sensibles ante posibles acciones violentas.
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