viernes, 3 de diciembre de 2010

LOS PINOS DEL BOSQUE.


En aquel veintitrés de diciembre de mil novecientos y pico la nieve caía
mansamente sobre las copas de los pinos, coincidiendo con las últimas horas
de la tarde, la oscuridad de la fría noche invernal se iba apoderando del, foto de un gran bosque de pinos muy bonitos, los pinos son grandes árboles muy altos.
paisaje. Topi, un viejo sabueso de mirada triste se movía con dificultad
sobre la nieve. La vieja herida de su mano derecha hacía que se detuviera a
cada momento y debido al espesor de la nieve cada vez le costaba mas
trabajo abrirse paso. Buscó refugio bajo unos matojos y, tras girar dos o
tres veces sobre sí mismo se acomodó entre la hojarasca de tal modo que
sólo asomaba parte de su hocico y, aquellos ojos que brillaban en la
oscuridad. De vez en cuando, la nieve acumulada sobre las ramas más
delgadas caía al suelo produciendo una especie de chasquido, entonces Topi
levantaba una oreja y abría los ojos, pero estos eran los únicos músculos que
se movían en él. Con sus más de doce años cumplidos, pocas cosas en este
mundo llegaban a producirle algún tipo de sobresalto. Mientras miraba
entre dos luces como caían los copos de nieve, por su cabeza desfilaban
algunas imágenes de su vida. Su madre lo trajo a este mundo sobre un lecho
de paja, Topi fue el mas pequeño de los seis que componían la camada y
esto, se debió en parte, a su constitución y también a que a la hora de
amamantarse sus hermanos le tomaban la delantera. Cuando su dueño vino a
verlos se fijó en los cachorros mas fuertes y desarrollados y Topi, se fue
quedando en un segundo plano hasta que un día llegó Martín, este se fijó en
la mancha oscura que rodeaba sus ojos y lo eligió para ayudarle en su
trabajo. Martín prestaba sus servicios en un grupo de operaciones de
rescate y, para ello se servían de perros adiestrados. Cuando se lo llevó a
casa apenas pesaba ochocientos gramos pero, fue tal el empeño que puso.

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