sábado, 29 de enero de 2011

DE VAQUERO A EMPRESARIO HOSTELERO.


Dedicado toda la vida a criar vacas lecheras, Francisco Javier León montó un restaurante de éxito en Zalamea y da trabajo a ocho personas.

Hay bares y restaurantes en Zalamea de la Serena en los que se puede disfrutar de todo tipo de maravillas gastronómicas; establecimientos que ofrecen al público sus mejores servicios y que han alcanzado fama a lo largo de los años. Negocios regentados por grandes profesionales del gremio, que han pasado años formándose en este oficio para ofrecer a sus clientes lo mejor.
Por eso, montar un establecimiento hostelero sin tener ni idea del oficio en cuestión sería algo complicado y más aún tener éxito. Sin embargo, no ha sido el caso de Francisco Javier León Trujillo, 'Quico' para los amigos y para sus clientes. Toda la vida se ha dedicado a la ganadería, prácticamente desde niño ayudaba a su padre en las tareas de cuidado y ordeño de las más de 40 vacas lecheras que tenían en la granja, y según confiesa, «no sabía hacer otra cosa». «Un día las cosas se complicaron, las vacas ya no eran negocio, incluso se llegaron a dar subvenciones para quitarlas. Mi hermano se buscó un trabajo, mi padre fue tirando con lo que pudo y yo no sabía qué hacer», recuerda. «Me metí de ayudante de camarero en el hotel Trajano y más tarde en un pub de la localidad. El trato con la clientela, muy bien, pero la profesionalidad brillaba por su ausencia porque lo mío eran la vacas», reconoce.
Pero Quico no desistió en su empeño de montar su propio negocio de hostelería. Se quedó con el pub en el que trabajaba, aunque sus aspiraciones no se quedaban ahí. Intentó convertir la vaquería en un hotel de carretera, pero después de meses de gestión, no le fue concedida la licencia de obras. Finalmente, compró el mejor local del pueblo, en pleno centro de Zalamea. Y fue aquí cuando le tomaron por loco. «Me entrampé hasta los ojos, pero no me faltó el apoyo de mi familia y amigos», asegura.
Mientras concluía en el local la faraónica obra que él mismo diseñó, se recorrió media provincia copiando los servicios de otros restaurantes. Así, innovando y poniéndose al día en todo lo relacionado con el sector, pasó de no tener ni idea de cocina a disponer de dos cocineras en su restaurante, un establecimiento equipado con la última tecnología y maquinaria. En 'Casa Julio', nombre que eligió en honor a su padre, trabajan en temporada baja ocho personas, número que se duplica en verano. Además, es una referencia comarcal del sector.
Quico es un vaquero que quería ser empresario de hostelería y al final lo ha conseguido.
Quico, en Casa Julio, nombre que puso a su restaurante en honor a su padre. FOTO.

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