martes, 25 de enero de 2011

LA CATA, CON CUATRO SENTIDOS. SOCIEDAD- CULTURA.


Más de 30 personas con discapacidad sensorial disfrutan de una clase de cata-degustación organizada por la Plataforma del Voluntariado.
Cualquier persona está capacitada para aprender a catar. Sólo es necesario desarrollar los sentidos, una buena concentración y aprender las técnicas que se requieren. Éste ha sido precisamente el objetivo de una cata-degustación que ha organizado la Federación Plataforma del Voluntariado en Cáceres y que reunió ayer a más de treinta personas con discapacidad visual o auditiva. Reconocer sabores, olores y texturas a través de cuatro sentidos y en base a dos de los productos extremeños con mayor reconocimiento a nivel regional, nacional e internacional: la Torta del Casar y el Ribera del Guadiana, ambos denominaciones de origen protegidas.
La cita se celebró en el Restaurante Eustaquio Blanco y fue, ya lo dijo Iván García, miembro de la asociación de Sumilleres de Extremadura, como un juego colectivo. Los participantes no sólo aprendieron a catar los productos, sino también a conocer más sobre sus orígenes o su elaboración. Aromas a uva, a levadura, a vainilla, a crianza, a tostado, a barrica, a frutas y flores. Es toda una explosión de olores. «El vino es muy agresivo, asegura un participante. «El primer trago no es definitivo a la hora de valorar el vino», explica el presidente de la agrupación, Sergio del Castillo.
La innovadora iniciativa surgió de la espontaneidad. «Estábamos tomando un café y nos preguntamos ¿por qué no hacemos catas para las entidades?», cuenta Elena Pájaro, de la Plataforma Voluntariado, que integra a un total de 29 asociaciones.
Durante el acto, se ha explicado que el juego de la cata también se puede desarrollar sin la fase visual. Dice Del Castillo que, en la segunda fase, la olfativa, realmente lo suyo es cerrar los ojos con la intención de agudizar el resto de los sentidos y profundizar, de esta manera, en los matices del aroma.
En la última etapa toca probar el producto. Primero, el vino blanco, que a varios se les asemeja al champán. «Le faltaría el carbónico, es decir, las burbujitas», apuntan los expertos. Luego, el tinto y por último, la Torta del Casar, con variables como el aroma, la temperatura o incluso, la corteza. Colaboran en la actividad el consejo regulador de ambas denominaciones de origen, así como la Asociación de Personas Sordas de Cáceres y la Organización Nacional de ciegos Españoles, ONCE. También asistió la alcaldesa, Carmen Heras, y la concejala de Participación Ciudadana, Carmen Lillo.

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