lunes, 31 de enero de 2011

ELVIS ME DIJO QUE YO LE RECORDABA A ÉL.


Dos días antes de morir, me llamó por teléfono y me contó que había soñado con su madre.
Lleva a sus espaldas 10.000 shows como Elvis Presley y, según los expertos, es el que mejor lo imita del mundo. Greg Miller es además, por su parecido físico y su especial relación con el mito, el «hijo del alma» de Elvis. Y un tipo bromista que reina en Las Vegas, se arranca a cantar a la menor oportunidad y luce unos sortijones idénticos a los que llevaba el rey del rock. «Solo que falsos -advierte-, porque si este diamante fuera auténtico no tendría que cantar, me compraría una isla.
Alguien ha pensado al verle que Elvis está vivo?
- Noooo (risas). Los fans de Elvis no llegan a ese grado de locura. De estar vivo, él tendría ahora 76 años. Y yo tengo 52.
- ¿A ver si va a ser usted su reencarnación?
- Tampoco. Me conformo con encarnarlo en el escenario.
- O su hijo natural, como dicen algunos...
- No sé. Soy, desde luego, su hijo del alma. Él me lo dijo.
- ¿Nunca pensó hacerse una prueba de ADN?
- Mi madre no me lo permitió. Me basta con la relación que tuve con Elvis. Eso me aportó muchísimo.
¿Qué edad tenía la primera vez que habló con él?
- Diez años. Pero desde los cinco ya era fan, igual que mi madre. También bailaba en el jardín de casa imitándolo. Yo nací el año en que Elvis ingresó en el Ejército. Vine al mundo en California, cerca de Sacramento, junto a una base militar en la que trabajaba mi padre, pero nos mudamos varias veces y una de ellas, en San Diego, fuimos vecinos de los padres de Priscilla. La primera vez que hablé con Elvis fue en San Diego. Le pedí un autógrafo en un hotel. Fue el principio de una amistad que duró hasta su muerte. Yo había cumplido 19 años.
- ¿Amistad? ¿A pesar de los años que les separaban?
- Curiosamente sí. Al principio, me firmaba autógrafos y me daba fotos. Tengo tantas cosas... Y todo eso se va a ver en mi nuevo show, 'The King of Story (Elvis... y yo)', cuyo estreno mundial será el 13 de abril en el teatro Tívoli de Barcelona. Cuando cumplí quince años Elvis y yo empezamos a tener contacto telefónico. Él ya se había divorciado de Priscilla y estaba muy solo. Tengo una grabación con su propia voz en la que Elvis me dice: «Greg, hijo mío, en muchos aspectos me recuerdas a mí». También me relataba historietas de esas que se cuentan en una acampada frente al fuego e incluso pasajes de la Biblia, porque era muy religioso.
- ¿Y usted grababa esas charlas?
- A mis 16 años empecé a pensar que cuando fuera más mayor me gustaría volver a recordar todas nuestras conversaciones. Mi padre tenía una grabadora junto al teléfono y la utilicé. Tengo muchas horas de nuestras charlas telefónicas. Una vez me llamó tres veces en un día y hablamos de todo. Incluso de una chica con la que yo estaba saliendo.
- ¿Le contó cosas sobre él mismo?
- Muchas. Y algunas de ellas las revelaré en mi espectáculo.
Deme un aperitivo.
- Me contó por ejemplo que Elton John le había regalado una cama en forma de corazón con una invitación para compartirla, je, je... Mi última conversación fue el 14 de agosto de 1977, dos días antes de su muerte. Hablamos unas dos horas. Estaba triste y taciturno. Me dijo que había soñado con su madre, ya fallecida.
- ¿Existe un paralelismo entre Elvis y Michael Jackson?
- Sí. Ambos eran prisioneros de su personaje público.
- ¿Es usted prisionero de Elvis?
- Por suerte, no. Tengo una vida al margen de mi trabajo, una familia, dos hijas... Y aunque vivo en Las Vegas mi vicio es escaparme con la moto a las montañas.
- Trabajó en 'Leaving Las Vegas' con Nicholas Cage. Dígame, ¿llegó a verlo sobrio?
- ¡Por supuesto! Pero su papel requería de tanta concentración que según dejaba de rodar se encerraba en sí mismo y se tapaba la cara con las manos. Necesitaba esa soledad.
- ¿Qué hará cuando ya no imite a Elvis?
- Cuando ya no tenga una edad razonable para imitarlo lo dejaré. Pero espero seguir en esto. Me gustaría hacer 'Los Miserables' (y Greg se aleja cantando a voz en grito un tema de ese musical.
Amigo del 'rey'. «Tengo grabadas muchas horas de nuestras charlas telefónicas».Foto.

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