lunes, 31 de enero de 2011

DOMADORA DE CABALLOS,.


Yasmina Clares Domadora de caballos.Es catalana de pura cepa, vive en Torrejoncillo, doma los caballos de sus clientes y su ilusión es ser una buena amazona.
Cuando Yasmina era niña, no tenía muñecas Barbie, pero sí 12 caballos de la Barbie. Les hacía cuadras y jugaba a cuidarlos. Yasmima Clares es catalana. Sus padres, sus abuelos. Toda su familia es catalana. Pero su padre, camionero de rutas internacionales, se enamoró de La Vera en uno de sus viajes y empezaron a venir de veraneo.
Cuando unos dolores de espalda lo obligaron a coger la jubilación anticipada, la familia Clares decidió trasladarse al lugar donde habían veraneado tantos años. Así es como Yasmina llega a Pasarón de la Vera con 13 años y empieza a convertirse en una auténtica extremeña con acento verato.
-Le costó cambiar de Barcelona a Pasarón?
-La verdad es que la adaptación fue muy mala. Los niños me esperaban a la puerta del colegio para pegarme. Tenía que venir mi padre a buscarme. Al principio no me gustaba vivir allí, no me adaptaba para nada. Para animarme, mi padre me compró mi primer caballo a los 14 años.
-¿A usted le gustaba ya montar a caballo?
-Yo ya montaba a caballo en una hípica en Barcelona desde los siete años. En mi familia nadie montaba a caballo. El caso es que estuve viendo caballos por ahí y mi padre me compró el primero, se llamaba Ulises. Era un potro de tres años, cerrero, cerril, sin domar. Yo no había domado nunca un caballo. Aprendí yo sola a domarlo. ¡Anda que no me ha tirado veces!
Esto tiene su historia. Sucedió el 16 de abril de 2008 a las seis de la tarde. Yo tenía un caballo grande cruzado de lusitano. Lo estaba domando. Ese día había tormenta. Se espantó. Empezó a botar dentro de la cuadra, sobre cemento. Me tiró, me dejó inconsciente, sangrando, me despertaron los perros. Es el único accidente gordo que he tenido con un caballo, pero nunca he pensado dejarlo. No cogí miedo, pero sí más respeto. Desde entonces, si un caballo está domado, quiero ver primero lo que hace. Si está cerrero, no hay problema, lo domo yo.
-Cada vez que veía a alguien domar un caballo, me fijaba en cómo lo hacía, si iba a los toros, porque me gusta mucho el rejoneo, me fijaba en lo que hacía cada rejoneador. Así iba aprendiendo. Yo he aprendido todo sola. He ido a muchas romerías, a muchos concursos y he ganado seis o siete.
-¿Ha hecho cursos?
-En 2002 me fui a Talayuela a hacer un curso de caballos de base. Pero había allí un militar retirado que era el coordinador del curso. No sé por qué me cogió una manía que no me podía ni ver. Yo sabía, pero me tenía marginada. Éramos dos mujeres y 14 hombres. Íbamos a los concursos a hacer carruseles, a presentar los caballos y a mí me tenía en el banquillo.
-¿Podría ser machismo?
En su ambiente. Yasmina Clares Rodríguez, entre los caballos con los que trabaja en una finca de Torrejoncillo.foto-Puede ser. Al acabar, le dije que quería ir a hacer las prácticas con Leonardo el rejoneador. El coordinador me dijo que no. Cuando nos reunió a todos para decirnos a dónde nos íbamos de prácticas, me dijo que yo no me iba a ningún sitio por mi comportamiento. Y cogí y me fui directamente del curso, lo dejé. Tenía un notable, pero me dio lo mismo. Y me fui con Leonardo Hernández padre, por cuenta propia, a su finca de Casatejada. Allí empecé a enlazar los caballos y empezó mi carrera taurina. Luego me fui con Sergio Vegas, un rejoneador de Rueda (Valladolid). Hice por lo menos 30 corridas con él. Yo trenzaba y enlazaba. Me encargaba de montar los caballos en el camión. Los descargaba al llegar a los pueblos. Los preparaba para la corrida. Conozco a Álvaro Montes, a Rui Fernández, a Andy Cartagena.
A veces he dejado de ir a trabajar a una finca porque la mujer del dueño cree que puedo tener algún lío con su marido»
«En los pueblos, cualquiera tiene un caballo. En las ciudades, quien tiene un caballo es porque tiene dinero.

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