viernes, 28 de enero de 2011

Felices e ignorantes , 2 PARTE.


Aún así, los Imoca, gigantescas planchas de surf de 18 metros de eslora capaces de cabalgar las crestas de las olas a más de 30 nudos (55 kms./h.), descenderán hasta los 42º Sur, en la zona conocida por los marinos como los 40º Rugientes, por el amenazante ruido que hacen las olas, persiguiendo la estela de los veleros.
Hasta no hace mucho, resalta Marcel Van Triest, meteorólogo de la BWR, estas regatas alrededor del mundo se celebraban en un estado de «ignorante felicidad». Nadie sabía nada acerca de los mares del Sur y de sus peligros: los pocos barcos que navegan por allí, pesqueros y mercantes, bastante tenían con salir enteros del paso. Así que apenas había informes ni imágenes. Los regatistas navegaban casi a ciegas entre bloques de hielo desgajados, los growlers. Cuando el veterano Jean Le Cam, retirado tras la rotura del palo del Président donde navegaba junto al cardiólogo Bruno García, vio en Barcelona las imágenes de los icebergs a la deriva, pegó un respingo y pidió a la organización que evitara que los marinos se adentraran en el Sur. «¡Subid las puertas ya!», dijo. Los dos pasos de seguridad del Índico han sido desplazados 380 millas al Norte de las islas Kerguelen, en los 48º Sur.
Pero el peligro siempre acecha. Los veleros, es cierto, equipan radares, equipos muy poco útiles, la verdad, para localizar las planchas desgajadas. Por eso, como explica Pepe Ribes, el patrón de la Perla Roja, los navegantes no quitan ojo a los sensores que miden la temperatura del agua. Los icebergs son masas tan gigantescas que enfrían en varios grados el agua marina en kilómetros a la redonda. Una bajada brusca de temperatura, dispara la alerta de colisión que bulle en la cabeza de estos marinos.
Ayer, el primero de los Imoca, el Virbac-Paprec de los franceses Jean-Pierre Dick y Loïck Peyron, se adentró en el Índico Sur, un territorio hostil y desolado donde solo hay ballenas y albatros, las gigantescas aves planeadoras en las que, dicen las leyendas, anidan las almas errantes de los náufragos.
Ese mismo barco acaba de establecer esta semana un récord absoluto de velocidad en regata al recorrer 516 millas (955 kms.) en 24 horas, a una media de ¡21,5 nudos!, desbancando así el hito establecido por el británico Alex Thomson a bordo de su Hugo Boss.

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