He llegao desde muy lejos con mis trucos, mis complejos,
Una maleta llena de trastos y un cuaderno lleno de cuentos.
Sé que todo está perdío, que sólo tengo lo que vivo,
Que sólo viaja quién regresa, y se va quién yo olvío.
No me digas más, que me vengo.
No me cuentes más, ay, que me enciendo.
Tengo el alma cansá, la ropa tendía y el sueño canviao
De tanto intento.
De tanto llevarme al huerto tanta historia sin fundamento.
Tanto rollo que me retiene y no me suelto.
Y aunque no te hayas dao cuenta
Yo cuando quiero, quiero, quiero.
Que los frívolos me llamen frívolo.
A los asuntos serios siempre estuve
atento. E insistiré,
nadie conoce mejor que yo
a los Padres de las Escrituras, o los cánones de los Sínodos.
Botoniates en cada una de sus dudas,
en cada dificultad con los problemas eclesiásticos,
me consulta, antes que a nadie.
Mas desterrado aquí (para alegría de la perversa
irene Dukaina), e increíblemente aburrido,
no encuentro extemporáneo distraerme
componiendo algunas estrofas de seis u ocho versos,
que me transporten en su mitología
con Hermes, y Apolo, y Dionisos,
o con los héroes de Tesalia y del Peloponeso;
y componer yambos perfectísimos,
como -permitidme decirlo- los eruditos
de Constantinopla no los escribirían.
Probablemente mi perfección es causa de su censura. Foto del cuaderno del sol que belleza,.
Una maleta llena de trastos y un cuaderno lleno de cuentos.
Sé que todo está perdío, que sólo tengo lo que vivo,
Que sólo viaja quién regresa, y se va quién yo olvío.
No me digas más, que me vengo.
No me cuentes más, ay, que me enciendo.
Tengo el alma cansá, la ropa tendía y el sueño canviao
De tanto intento.
De tanto llevarme al huerto tanta historia sin fundamento.
Tanto rollo que me retiene y no me suelto.
Y aunque no te hayas dao cuenta
Yo cuando quiero, quiero, quiero.
Que los frívolos me llamen frívolo.
A los asuntos serios siempre estuve
atento. E insistiré,
nadie conoce mejor que yo
a los Padres de las Escrituras, o los cánones de los Sínodos.
Botoniates en cada una de sus dudas,
en cada dificultad con los problemas eclesiásticos,
me consulta, antes que a nadie.
Mas desterrado aquí (para alegría de la perversa
irene Dukaina), e increíblemente aburrido,
no encuentro extemporáneo distraerme
componiendo algunas estrofas de seis u ocho versos,
que me transporten en su mitología
con Hermes, y Apolo, y Dionisos,
o con los héroes de Tesalia y del Peloponeso;
y componer yambos perfectísimos,
como -permitidme decirlo- los eruditos
de Constantinopla no los escribirían.
Probablemente mi perfección es causa de su censura. Foto del cuaderno del sol que belleza,.
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