TÍTULO: ¿CONOCES A JOE BLACK. William Parrish (Anthony Hopkins), es un poderoso y meticuloso magnate cuya vida se ve alterada por la llegada de un enigmático joven llamado Joe Black (Brad Pitt) que se enamora de su hija. Se trata, en realidad, de la personificación de la muerte con una misión que cumplir en dicho hogar...
TÍTULO:.El amigo de la muerte.Gil Gil estaba entre su amor y la Muerte, o sea entre la muerte y la vida.
Sí; porque aquella lúgubre sombra que se había interpuesto entre él y la luna, nublando en el semblante de Elena los resplandores de la pasión, era la divinidad de las tinieblas, la fiel compaña de nuestro héroe desde la triste noche en que el entonces infortunado pensó suicidarse.
-¡Hola, amigo! -le dijo como aquella noche.
-¡Ah, calla!... -murmuró Gil Gil, tapándose el rostro con las manos.
-¿Qué tienes, amor mío? -preguntó Elena reparando en la angustia de su esposo.
-¡Elena!... ¡Elena!... ¡No te apartes de mí! -exclamó el joven desesperadamente, rodeando con el brazo izquierdo el cuello de la desposada.
-Tengo que hablarte... -añadió la Muerte, cogiendo la mano derecha de Gil Gil y atrayéndolo con dulzura.
-¡Ah! ¡Ven!... ¡Entremos!... -decía la joven, tirando de él hacia la quinta.
-¡No! ¡Ven!... ¡Salgamos!... -murmuraba la Muerte, señalándole la puerta del jardín.
Elena no veía a la Muerte ni la oía.
Este triste privilegio era sólo del duque de la Verdad.
Gil..., ¡te estoy esperando!... -añadió el siniestro personaje.
El desgraciado se estremeció hasta la médula de los huesos. Copiosas lágrimas cayeron de sus ojos, que Elena enjugó con su mano. Desprendióse luego de los brazos de ésta, y corrió desatentado por el jardín, gritando entre desgarradores sollozos:
-¡Morir, morir ahora!
Elena quiso seguirle; pero, a causa, sin duda, del terror que le causó el estado de su esposo, al dar el primer paso cayó sobre la hierba sin sentido.
TÍTULO:.El amigo de la muerte.Gil Gil estaba entre su amor y la Muerte, o sea entre la muerte y la vida.
Sí; porque aquella lúgubre sombra que se había interpuesto entre él y la luna, nublando en el semblante de Elena los resplandores de la pasión, era la divinidad de las tinieblas, la fiel compaña de nuestro héroe desde la triste noche en que el entonces infortunado pensó suicidarse.
-¡Hola, amigo! -le dijo como aquella noche.
-¡Ah, calla!... -murmuró Gil Gil, tapándose el rostro con las manos.
-¿Qué tienes, amor mío? -preguntó Elena reparando en la angustia de su esposo.
-¡Elena!... ¡Elena!... ¡No te apartes de mí! -exclamó el joven desesperadamente, rodeando con el brazo izquierdo el cuello de la desposada.
-Tengo que hablarte... -añadió la Muerte, cogiendo la mano derecha de Gil Gil y atrayéndolo con dulzura.
-¡Ah! ¡Ven!... ¡Entremos!... -decía la joven, tirando de él hacia la quinta.
-¡No! ¡Ven!... ¡Salgamos!... -murmuraba la Muerte, señalándole la puerta del jardín.
Elena no veía a la Muerte ni la oía.
Este triste privilegio era sólo del duque de la Verdad.
Gil..., ¡te estoy esperando!... -añadió el siniestro personaje.
El desgraciado se estremeció hasta la médula de los huesos. Copiosas lágrimas cayeron de sus ojos, que Elena enjugó con su mano. Desprendióse luego de los brazos de ésta, y corrió desatentado por el jardín, gritando entre desgarradores sollozos:
-¡Morir, morir ahora!
Elena quiso seguirle; pero, a causa, sin duda, del terror que le causó el estado de su esposo, al dar el primer paso cayó sobre la hierba sin sentido.
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